...allí se encontraba él. Era casi perfecto, un joven inigualable... En su mano sostenía un skate desgastado, y sus ojos inquietos me sostenían la mirada...
Sin darme cuenta me quedé mirándolo fijamente durante más de dos minutos; fue entonces cuando todos reaccionamos. Nos miramos perflejos, y por fin alguien habló, Nina:
-Oye, ¿qué haces ahí tirado?
-Emm... es que no ví el arbusto mientras patinaba y bueno, como ves me caí dentro de él, je je...
-Pero, ¿te...te encuentras bien?- respondí con un cierto nerviosismo que ni yo misma comprendí.
-Ahora mejor.
De nuevo se hizo el silencio, ahora fue Pinki quién lo rompió, con uno de sus sonoros ladridos.
-Bueno, me presento... Me llamo Santiago, si quereis me podeis llamar Santi.
-Yo soy Nina y ella Dafne- respondió Nina señalándome.
La tarde se pasó rapidísima. Santi parecía un buen chico, nos trató genial, ¡hasta nos acompañó a nuestras casas!
-Bueno, aquí es mi casa. Nos vemos otro día, ¿no?- le dije, impaciente por su respuesta.
-Yo creo que sí. A menudo voy a ese parque a patinar.
-Pues entonces, ¡adiós!
-¡¡Adiós!!- me respondió Santi con una energía increíble.
Me quedé mirándolo fijamente, hasta que él me guiñó el ojo. Era azulado, un tono precioso...
Sin darme cuenta me quedé mirándolo fijamente durante más de dos minutos; fue entonces cuando todos reaccionamos. Nos miramos perflejos, y por fin alguien habló, Nina:
-Oye, ¿qué haces ahí tirado?
-Emm... es que no ví el arbusto mientras patinaba y bueno, como ves me caí dentro de él, je je...
-Pero, ¿te...te encuentras bien?- respondí con un cierto nerviosismo que ni yo misma comprendí.
-Ahora mejor.
De nuevo se hizo el silencio, ahora fue Pinki quién lo rompió, con uno de sus sonoros ladridos.
-Bueno, me presento... Me llamo Santiago, si quereis me podeis llamar Santi.
-Yo soy Nina y ella Dafne- respondió Nina señalándome.
La tarde se pasó rapidísima. Santi parecía un buen chico, nos trató genial, ¡hasta nos acompañó a nuestras casas!
-Bueno, aquí es mi casa. Nos vemos otro día, ¿no?- le dije, impaciente por su respuesta.
-Yo creo que sí. A menudo voy a ese parque a patinar.
-Pues entonces, ¡adiós!
-¡¡Adiós!!- me respondió Santi con una energía increíble.
Me quedé mirándolo fijamente, hasta que él me guiñó el ojo. Era azulado, un tono precioso...
No hay comentarios:
Publicar un comentario