domingo, 6 de marzo de 2011

Capítulo 1

¡Qué asco! ¿Por qué todo me tiene que pasar a mí? Hoy en la clase de Matemáticas, salí a la pizarra a corregir los ejercicios, todo muy normal hasta que... la tiza se cayó al suelo. Ahí empezó todo.
Bajé a recojerla y de repente noté un ruido muy extraño. Todo el mundo se empezó a reir, y fue entonces cuando caí en la cuenta de que mi pantalón se había roto...
A punto de llorar, salí del aula patidifusa, sin saber a donde dirigirme, ya que toda la clase seguía riéndose.
Fue entonces cuando empecé a correr como una loca por los pasillos, iba a bajar las escaleras y... ¡PUM! caí rodando por las escaleras...
Llegó la hora del recreo y , como había faltado Nina (mi mejor amiga, y la única) , me encontrada aislada; solamente tenía a mi lado mi bocadillo y al zumo de melocotón que cogí esta mañana de la nevera.
-Otra vez a clase- pensé, cuando oí el sonido de la campana.
 Estaba feliz, sólo quedaban tres horas para salir de aquel manicomio...
Entres unas cosas y otras, llegó la hora de salida. Hoy quería llegar a casa por una ruta distinta, ya que, leí ayer que era bueno cambiar de vez en cuando tus hábitos. Tomé el callejón de la derecha en vez del que tomo habitualmente. Allí me encontré al gato de la vecina; no sé como ese gato todavía está vivo: cada vez que lo veo está a kilómetros de su casa.
Bueno a lo que íbamos: ya estaba llegando a mi casa y de un momento a otro empecé a oler algo raro debajo de mis zapatos. Caca. ¡Bien!, la había pisado mientras pasaba por esa calle. En ese momento maldije al perro que la hubiera hecho...
¡Por fin llegué a mi casa!  Subí corriendo las escaleras, encendí el ordenador y me puse a hacer los deberes. ¡Hoy tenía un montón! Normal... hoy es miércoles. ¡¡¡ODIO LOS MIÉRCOLES!!! No hay día que me guste menos que este.
Mientras hacía los deberes, mi madre me llamó desde abajo avisándome de que ya estaba la comida preparada.
¡Si es que no puede ser! Hoy, con lo harta que estoy, tenía que tocar lentejas...
Sonó el teléfono - ¡ cógelo tú !- le grité a mi madre a pleno pulmón.
¡Era Nina! Por fin algo bueno en todo el día.
-¡Hola, Dafne!- Me dijo alegremente Nina.
-¡Holaaaaa! ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué has faltado al insti?
De repente se hizo el silencio.
-¿Nina? ¿Estás ahí?
-Sí, sí, ¡es que he ido a por un vaso de agua!
-Amm, vale, vale. Pero, ¿por qué has faltado?
-Me levanté con un dolor de tripa increíble, y no podía ni moverme, así que me quedé en la cama.
-Pero, ya estás mejor, ¿no?
-Sí, sí, y tanto. Te llamé por si querías salir a dar una vuelta y eso.
-¡De acuerdo!, así me despejo un poco, je je.
-Y..¿a qué hora?
-¿Quedamos dentro de diez minutos?
-Venga. ¡Nos vemos en el parque!
-¡Sí! Adiós!

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